«Un comentario común respecto al desarrollo estabilizador ha sido que si bien logró resultados positivos, para principios de los setenta había quedado agotado. Ésta es una apreciación errónea. El modelo del desarrollo estabilizador no es un recetario de medidas económicas detalladas.
El desarrollo estabilizador es la concepción de que es deseable y posibleconciliar el crecimiento y la estabilidad. Ello requiere firmeza en los objetivos, creatividad en el diseño de las medidas concretas y capacidad de ejecución. Estoy seguro de que esta concepción sigue siendo válida». (Don Antonio Ortiz Mena. El desarrollo estabilizador: Reflexiones sobre una época (1998))
El modelo económico de desarrollo estabilizador o milagro mexicano, inicia en 1954 con el gobierno de Adolfo Ruíz Cortines, a partir del decreto de la devaluación del peso mexicano, cuya paridad pasó de 8.65 pesos a 12.50 frente al dólar, lo que aseguró la estabilidad del peso durante 22 años. Su etapa de consolidación se da de 1958 a 1970, y comprende los gobiernos de los presidentes Adolfo López Mateos Gustavo Díaz Ordaz. Esto se dio gracias a que se presentó un plan de crecimiento con estabilidad de precios, implementado por Antonio Ortiz Mena, Secretario de Hacienda y Crédito Público, durante doce años (Rodríguez, 2014).
Después de reconocer que el principal problema de la política económica era lograr los objetivos propuestos, se hizo indispensable enlazar las metas con las herramientas y los medios de acción, por ello se diseñaron los siguientes objetivos planificadores:

Todos los instrumentos de política económica estaban listos para lograr los objetivos, y funcionaban con exactitud. La política fiscal, monetaria, financiera; la cambiaria, la industrial, la agrícola; la energética, la laboral y de comercio interno y externo, operaban bajo una premisa fundamental que era conseguir que la economía mexicana creciera conciliando la estabilidad de precios. Para conseguir la coordinación entre objetivos e instrumentos de política económica se encontraba la planificación estratégica como antesala de las decisiones que se iban a tomar (Huerta, 2007).
Aunado a los objetivos y a la “maquinaria bien aceitada”, otra de las decisiones clave para que se diera el desarrollo estabilizador radica en que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público fungió como una vicepresidencia económica, misma que contó con toda la confianza del Presidente de la República en curso, por lo que todo asunto relacionado con la política financiera del país debía plantearse a través de dicha Secretaría.
El gobierno permitió políticas de desarrollo a largo plazo para posibilitar la estabilidad política y logró el crecimiento económico, al mejorar la situación en todas las clases sociales sin importar las discrepancias en la distribución del ingreso. El crecimiento promedio anual del PIB real en ese periodo, fue del 6.75% y de 3.4% por habitante; en tanto que la inflación promedio anual fue de 2.5 %.
La inversión bruta fija subió de un 14.1 % a un 18.5% de 1958 a 1970. La tasa media de crecimiento de la productividad laboral fue de 4.5 % lo cual hizo que el salario mínimo real se incrementara a una tasa media anual de 6%.
Durante el mandato de López Mateos, México entró al marco del crecimiento mundial, logrando que crecieran los sectores de la economía, particularmente la industria en un 51.9%, como resultado de significativas inversiones en los sectores automotriz, petroquímico, mecánico y de papel, así como los servicios con capital nacional e importantes inversiones extranjeras. Además de que se mejoró el nivel socioeconómico de los mexicanos.
En el periodo presidencial de Gustavo Díaz Ordaz continuó el mismo modelo económico, fomentando el sector industrial y el mantenimiento de la política de estabilidad. En este periodo surgen las empresas maquiladoras, que a partir de 1968 comienzan a tener un lugar importante dentro de los ingresos corrientes de la balanza de pagos y como complemento al desarrollo industrial del país.
Las cifras favorables se obtuvieron gracias a una de sus principales características: la división del trabajo, en donde cada actor debía poner algo de su parte, por un lado se encontraba el gobierno y por el otro un grupo conformado por empresarios, obreros, maestros, burócratas y campesinos.
El siguiente texto ilustra el proceso:
Para el eficaz y eficiente funcionamiento de la división del trabajo, el gobierno aportó reglas claras y una enorme capacidad para construir consensos, para negociar y llegar a acuerdos. Los agentes económicos y sociales –el capital por una parte y los obreros, los campesinos y la creciente clase media urbana por la otra– sabían a qué atenerse. Cada uno sabía el papel que le correspondía desempeñar. Ello favorecía el trabajo en equipo. La política fiscal, la monetaria, la crediticia, la de precios, la de salarios, la de subsidios y muchas otras más eran claras y de manera coordinada y complementaria se movían en la misma dirección. En caso de conflicto (o duda), se acudía a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, en Palacio Nacional. No se ventilaban los asuntos en los medios de comunicación social, ni se negociaba al margen del Ejecutivo Federal, cuyo poder incluía el control de los otros dos poderes federales y también el control de los otros dos órdenes de gobierno.
La cooperación se procuró buscando articular, a partir de objetivos y políticas bien definidos, los diversos –incluso encontrados– intereses. Alcanzar esos propósitos entrañaba mover a las diferentes clases y grupos de la sociedad en una misma dirección. Todos aportaban su parte para lograr la meta común. Combinar el crecimiento económico con la estabilidad de los precios en un clima de paz social (Tello, 2007, p.70).
Una de las políticas económicas aplicada fue que el Estado intervendría cuando las empresas estuvieran en quiebra para salvarlas, en ese caso estuvieron las siguientes: Grupo Altos Hornos de México, la Compañía Industrial de Atenquique, Toyota de México, Ayotla Textil, Textil Laneras, entre otras.
En el caso de las organizaciones de trabajadores, el gobierno ofreció salarios que crecerían, prestaciones sociales, servicios educativos, salud y seguridad social, así como subsidios en bienes y servicios básicos, a cambio de que su compromiso a mantener las demandas salariales y controlar a los obreros.
Los empresarios, incluyendo a los banqueros, se comprometían a invertir y a cambio de ello tendrían utilidades considerables. El gobierno les daría el apoyo necesario, incluyendo todo tipo de subsidios, para que así fuese, el sistema tributario no gravaría en exceso a las utilidades de sus empresas y los intereses y los dividendos mantendrían su carácter de ingreso personal anónimo para fines tributarios.
La industrialización del país, que llevarían a cabo fundamentalmente los particulares con el apoyo del sector público, se desenvolvería, en el capítulo de las manufacturas, bajo un rígido sistema de protección (tarifas y controles cuantitativos) frente a la competencia del exterior.
A cambio de todo ello, los empresarios se comprometían a dejar en manos del gobierno (en realidad en manos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público) todo lo relacionado con la definición de la política económica y social y ciertas actividades clave para el desarrollo nacional (i.e., energéticos). De surgir algún conflicto, se resolvería en los corredores de Palacio Nacional (domicilio de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público). De no llegarse a un acuerdo, se acudiría al árbitro de última instancia, el Presidente de la República (Tello, 2010, p.68).
Como se mencionó anteriormente, el desarrollo estabilizador extendió el impulso en desarrollo industrial para México. Pretendió superar los problemas derivados de los fenómenos de inflación, la devaluación y constituir un periodo de crecimiento estable y sostenido, con precios de mercancías y paridad cambiaria del peso mexicano estable. Esto se caracterizó por una orientación de promover el sector industrial de transformación, disminuyendo la inversión en el
sector agropecuario. El sector agropecuario se enfocó a la producción de los insumos que reclamaba la industria de alimentos y a la ganadería, con esto se desatendió la elaboración de productos básicos y se requirió de importaciones crecientes de productos agropecuarios (Guillén, A., 2001).
La balanza comercial agropecuaria dejo de aportar divisas para financiar el desarrollo industrial, lo que acentuó el déficit de la balanza comercial total. El Estado, por medio de las políticas económicas, reguló los factores del proceso económico para evitar la inflación y la devaluación del peso mexicano.
Puso en práctica una política de proteccionismo económico, su principal instrumento fue el establecimiento de un sistema arancelario, se suprimió la libertad para comprar y vender mercancías en el extranjero.
Para comprar, era necesario solicitar un permiso de importación y sólo se otorgaba cuando las mercancías no se producían en el país o cuando la producción era insuficiente para satisfacer las necesidades de los consumidores. Por ejemplo, si algún ciudadano mexicano solicitaba la importación de un automóvil, el permiso era negado porque en México se producía esa mercancía. Los problemas derivados de malas administraciones gubernamentales, de las diversas crisis y de un entorno desfavorable derivan en el proteccionismo. La razón fundamental para ello es proteger la economía de un país, México no es la excepción, en esta estrategia están incluidos elementos para mejorar los bienes y servicios, restringir la entrada de productos y ayudar al consumo interno nacional y proteger el empleo.
Se modificó su política económica y adoptó nuevas medidas en relación a la inversión extranjera y el comercio exterior, lo que permitió reducir la dependencia del país en las exportaciones de hidrocarburos, dando un mayor espacio al sector de la manufactura. Las características del Proteccionismo que propicio la estabilidad en el periodo de 1954-1970 fueron:

Junto con el Proteccionismo se fomentó la inversión nacional atendiendo problemas de educación, vivienda, infraestructura y salud en medio de una economía debilitada, por lo que se dice que hubo agotamiento de la etapa de Desarrollo Estabilizador.
Este agotamiento se derivó de las siguientes causas:
• El campo, principal fuente de recursos para el financiamiento industrial, se enfrentaba a una fuerte crisis debido a su descapitalización generando con ello una considerable baja en la producción de alimentos, hecho que provocó migración del campo a la ciudad.
• La industria dejó de contar con el apoyo del campo y con la protección que el Estado le aportaba mediante subsidios, lo cual impactó en que la industria fuera incapaz de inscribirse en el mercado internacional y por ende, presentar dificultades económicas para exportar.
• La política proteccionista adoptada por el Estado acentuó el déficit fiscal al desequilibrarse los gastos y los ingresos.
• La industria nacional perdió la protección del Estado, ya que éste no pudo seguir financiando los subsidios y préstamos que apoyaban su crecimiento.
• Se desequilibró la balanza de pagos, ya que se permitió la entrada de capital extranjero a nuestro país sin control alguno.
• Se desequilibró la balanza comercial, debido a la falta de previsión por parte del Estado para obtener divisas.
Al agotarse la etapa de Desarrollo Estabilizador, el país entró en un proceso de crisis y para subsanarla fue necesario entablar negociaciones con los organismos financieros internacionales, tales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM).
Las consecuencias de estos acuerdos, se presentaron con los siguientes hechos:
