2 Modelos económicos contemporáneos

La Revolución Mexicana oficialmente inicia el 20 de noviembre de 1910, y se reconoce su término en 1917 con la promulgación de la Constitución de ese año. Este movimiento antecedió los cambios en la estructura de la economía del país, su política y orden social (Delgado, G. 2003).

Como todos los acontecimientos de gran magnitud social, se trata de un proceso gradual, que inició con pequeñas expresiones de parte de la población, y tomó forma después de varios años de injusticias y desacuerdos entre el gobierno y la población. La Revolución en México coincidió con una situación de gran desarrollo a nivel internacional, y lo mismo sucedería con los años siguientes.

2.1 Antecedentes del desarrollo económico e industrial

Es necesario que identifiques los acontecimientos gracias a los cuales es posible determinar los modelos económicos contemporáneos, que además impulsaron una parte importante del desarrollo de México. La sucesión de administraciones originó cambios significativos que prepararían al país para el desarrollo industrial, agrario y social.

2.1.1. Porfiriato 1877-1910

En 1877, cuando Porfirio Díaz asume el poder, en México las actividades agrícolas generaban 42% del PIB, y las manufacturas sólo 16%, en los dos decenios siguientes se reactivó la economía debido a los cambios internos de la estructura política y económica del país introducidos en la dictadura de Porfirio Díaz, período de 33 años, que los historiadores mexicanos han denominado Porfiriato y que favoreció a una estabilidad política.

La ideología del Porfiriato, combinaba antecedentes políticos liberales con metas económicas conservadoras, que se resumen en la consigna “orden y progreso”.
Para estimular la expansión de la red ferroviaria, el Estado otorgó concesiones e incentivos financieros. Los subsidios a la construcción de vías férreas alcanzaron un 50% de su costo total (Moreno Brid, 2004).

La ampliación del sistema ferroviario expandió el mercado, y el incremento de rutas de los ferrocarriles favoreció a algunas actividades tradicionales como la minería.

Otro aspecto clave de la estrategia de desarrollo aplicada por Díaz fue la inversión externa. A partir de 1880 entraron capitales estadounidenses, seguidos de inversiones europeas (Coatsworth citado en Moreno-Brid, 2004). De esta manera la política pública se enfocó en atender la inversión privada, que significaba acceso a los mercados mundiales, entre 1870 y 1913, fue entonces que en México se triplicaron las exportaciones del Producto Interno Bruto.

El crecimiento económico y la modernización se dieron en muchos campos, revirtiendo un siglo de decadencia, y entre 1877 y 1910 el PIB per cápita registró un incremento anual medio de 2,1% (Moreno Brid, 2004). En resumen, esta fue la primera etapa de la industrialización mexicana.

Gracias a la sustitución de importaciones de textiles, cerveza, papel, cemento y acero, la producción industrial aumentó un promedio de 3,6% al año entre 1877 y 1910 (Coatsworth, en Moreno-Brid, 2004). Las manufacturas dejaron de realizarse dentro de pequeñas empresas, para transformarse en un proceso productivo llevado a cabo en grandes fábricas.

De igual forma, se modificó la estructura social y económica de las zonas rurales. Partiendo de la idea de que el sector rural era improductivo, el gobierno de Díaz promovió y aceleró la redistribución de las tierras de propiedad federal y comunal a empresas de desarrollo privadas, y a particulares acaudalados, incluso en 1890, el 20% del territorio mexicano pertenecía a menos de 50 propietarios (Moreno-Brid, 2004).

A partir de 1903, los salarios reales empezaron a caer y para 1904 las relaciones obrero-patronales se deterioraron significativamente, en esa época los obreros estadounidenses recibían mayores salarios por el mismo tipo de trabajo que hacían los mexicanos, incluso “Los bajos salarios, la insalubridad e inseguridad de los talleres y ciertos abusos flagrantes como multas, fueron asociando a los obreros hasta hacerlos sentirse fuertes para desafiar al patrón, al gobierno y al país” (Daniel Cosío Villegas, en González, 2010). De estos conflictos, sobresalen dos referencias
de la Revolución de 1910: las huelgas de Cananea y de Río Blanco.

Por otra parte, en 1907, la sequía redujo la producción de alimentos y contribuyó a elevar de nueva cuenta los precios, para 1910, la caída acumulada de los salarios reales fue de 26% en comparación con 1903. La pobreza era generalizada, principalmente en las zonas rurales (Moreno-Brid, 2004).

Durante las tres décadas que Porfirio Díaz estuvo al frente del gobierno se puede decir que hubo progreso económico, incluso, prosperidad en México, sobre todo entre los años de 1888 a 1904. Sin embargo, el bienestar sólo llegó a los más ricos, mientras el resto de la población se mantenía en la pobreza.

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