En 1985 el sociólogo y crítico cultural estadounidense Neil Postman propuso una visión algo distinta en Divirtiéndonos hasta morir, un ensayo sobre la posible vigencia del 1984 de George Orwell en el mundo contemporáneo
Orwell, en ‘1984’, advierte que seremos vencidos por la opresión impuesta exteriormente. Pero en la visión de Huxley, en ‘Un mundo feliz’, no se requiere un Gran Hermano para privar a la gente de su autonomía, de su madurez y de su historia. Según él lo percibió, la gente llegará a amar su opresión, y a adorar las tecnologías que anulen su capacidad de pensar.
En 2009 el dibujante Stuart McMillen hizo una adaptación del prólogo de Postman al formato cómic usando algunos de los textos originales del ensayo. Las comparaciones entre las perspectivas de ambos escritores no dejan lugar a dudas: estamos viviendo más en el mundo de Aldous Huxley que en el de George Orwell. Dejo a continuación una traducción del cómic que he encontrado en Pijamasurf.
A continuación una comparativa entre ambos:
Lo que Orwell temía era a los que pudieran prohibir libros.
Mientras que Huxley temía que no hubiera razón alguna para prohibirlos, debido a que nadie tuviera interés en leerlos.
Orwell temía a los que pudieran privarnos de información.
Huxley, en cambio, temía a los que pudieran brindarnos tanta que pudiéramos ser reducidos a la pasividad y el egoísmo.
Orwell temía que nos fuera ocultada la verdad.
Huxley temía que la verdad fuera anegada por un mar de irrelevancia.
Orwell temía que nos convirtiéramos en una cultura cautiva.
Huxley temía que nuestra cultura se transformara en algo trivial, preocupada únicamente por experimentar sensaciones varias.
Como Huxley lo destacó en su libro ‘Nueva visita a un mundo feliz’, los libertarios civiles y racionalistas, siempre alertas para combatir la tiranía, “fracasaron en cuanto a tener en cuenta el inmensurable apetito por distracciones experimentado por los humanos”.
En ‘1984‘, la gente es controlada infligiéndole dolor, mientras que en ‘Un mundo feliz’ es controlada proporcionándole placer.
Resumiendo, Orwell temía que lo que odiamos terminara arruinándonos y, en cambio, Huxley temía que aquello que amamos llegue a ser lo que nos arruine.